Justine Barbier - Bienvenida
Justine Barbier

Justine Barbier

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¡Hola!

Soy profesora en filosofía desde los 23 años y dedico una parte de mi tiempo a la enseñanza de esta disciplina para la educación secundaria.

¿Podemos sanar a través del pensamiento? Si creemos a Paul Ricoeur en su «Filosofía de la Voluntad», hallamos que «el analista es la partera de la libertad, ayudando al enfermo a formar el pensamiento que conviene a su mal». ¿No es este también el papel del filósofo?
Esta dimensión catártica de la filosofía abre nuevos horizontes al acto de pensar, permitiendo cambiar nuestra representación de la existencia y modificar nuestra perspectiva.

El filósofo es por lo general a quien recurrimos cuando queremos pensar una cuestión en sus más mínimos aspectos, o bajo un lente nuevo, o incluso con mayor profundidad, porque tenemos la idea que se pasa su vida reflexionando. Eso es sin duda en parte cierto.
Pero el filósofo también es el que vive un “Alegre Saber». Es el individuo liberado, el individuo que ha alcanzado la ataraxia. Él es quien ya no distingue entre «su vida tal como él la vive» y lo que se conoce como el éxtasis, el nirvana. Amor fati o sea el amor de su propia vida, de su propio destino. Alli estâ su contagiosa curación.

Esta rara figura del filósofo es quizás la más esencial. Hasta nuestros días, la historia de la filosofía no ha tratado, como nos explica Nietzsche, de la verdad o del error, sino más bien “de la salud, del futuro, del crecimiento, del poder, de la vida»

“El alegre saber”. En ese libro hallamos a un hombre que se ha alcanzado a sí mismo, y está desbordante de gratitud. Esa gratitud es la gratitud de un hombre que se ha curado profundamente. «¡Esto es lo más inesperado!”. «Así podremos hacer como ‘este resucitado’: no acusar a nadie, ni siquiera a los acusadores.» Tan sólo apartar la mirada. No ser más que un afirmador.

¿Cómo podemos ser felices? Ciertamente, aceptándonos profundamente a nosotros mismos. Ciertamente, buscándonos profundamente para poder encontrarnos, para tocar ese «yo» que está «infinitamente más allá de sî».

Nietzsche da prueba en esta obra de una autenticidad y una sinceridad edificantes. Su entusiasmo es el de la eterna juventud, o el de una juventud conquistada y redescubierta. Su sabiduría es la sabiduría de las poderosas paradojas. Su alegría es la alegría de la verdad. ¡Podemos esperar entonces que esta calma, esta armonía, este equilibrio contenidos en cualquier libro verdadero, finalmente, también nos sean contagiosos! ¡Que éste nos transmita su salud!